Un informe destaca que durante la pandemia se difundió demasiada información pero, en general, poco fiable

La consultora de comunicación Estudio de Comunicación y el diario La Razón han llevado a cabo un estudio de clima de opinión, realizado entre el 24 de enero y el 13 de marzo de este año, con el fin de obtener una foto representativa sobre cómo se percibió la comunicación durante la pandemia, y cuyas conclusiones defienden que durante el tiempo que duró, se difundió demasiada información, pero en general poco fiable.

 

El objetivo del estudio «La comunicación de la pandemia. La comunicación entre y hacia los distintos colectivos», en el que se obtuvieron 1.230 cuestionarios válidos, no es señalar a los culpables de los posibles errores, sino conocer cómo se recibió y cómo se valora la información transmitida durante la covid. Para ello, han preguntado al público en general, a los periodistas y al personal sanitario.

La opinión pública que participó en el estudio respondió matyoritariamente que respecto a la información recibida durante la crisis, lconsidera que fue demasiada, y que esta era comprensible, pero poco fiable.

En concreto, al 53,2 % de los receptores finales les pareció excesivo el volumen de información recibida; suficiente, al 5,3 %; escaso, al 12,6 %, e insuficiente, al 8,9 %.

«Prácticamente la mitad de los receptores que participaron en el estudio no entendía la información durante la pandemia y el 57,8 % de la población suspendía la fiabilidad, que es un dato suficientemente alto para concluir que hubo un problema de comunicación», ha explicado Benito Berceruelo, consejero delegado de Estudio de Comunicación.

Los tres perfiles de participantes del estudio aprueban las noticias que hubo sobre vacunación, de forma que un 54,5 % de los sanitarios de primaria ve incoherencia entre lo vivido y lo comunicado, al asegurar que «la mascarilla no era tan necesaria, cuando tiempo después se dijo que era esencial». Además, suspenden con un 4 sobre 10 la información en general recibida sobre la Covid-19 y con un 4,2 aquella que versó sobre prevención.

Los receptores finales solo aprueban la fiabilidad de la información con un 5,1 cuando esta se centraba en tratamientos y en vacunación; mientras que la opinión pública suspende la confianza en los políticos con un 2 y a las administraciones y a los medios de comunicación con un 3,7 en ambos casos. Aprueba, en cambio, a entidades internacionales como la OMS y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), eso sí, con un 5 raspado.

También aprueban funcionarios, a los que les puntúan con un 5,1; mientras que los únicos en subir la nota son científicos y sanitarios, a los que la población les pone un 6,7 y un 6,9, respectivamente.

En cuanto a los periodistas que participaron en el estudio, estos aprueban con un 5,5 la fiabilidad de la información recibida y con un 5,9 la que versaba sobre tratamientos y vacunación. Por su parte, los especializados en salud consideran que el volumen de información recibido fue excesivo, frente a los no especializados, para quienes solo les resultó excesivo en un 39,6 % de los casos.

Los periodistas, al igual que la población en general, suspenden a los políticos, a los que ponen un 2,4; también a funcionarios y a superiores jerárquicos. En cambio, muestran confianza en las entidades internacionales (6,4),pero sobre todo en los sanitarios, científicos y consejos y colegios profesionales de salud, a los que ponen un notable.

En el caso de los sanitarios, estos suspenden con un 4,7 la fiabilidad de la información recibida durante la crisis y ponen un 5 a la centrada en prevención, tratamientos y vacunación contra la Covid-19.

Respecto alv olumendeinformación, el porcentaje más abultado es el del personal sanitario que considera que ésta había sido insuficiente en un 34,2 % de los casos. De hecho, los sanitarios son los únicos, junto a los periodistas especializados en salud, en no considerar mayoritariamente excesivo el volumen de información que hubo desde que estalló la pandemia.

El personal sanitario suspende la confianza que tiene en los políticos, a los que ponen un 1,4, a los funcionarios (2,5), a los medios de comunicación (3) y a las administraciones (3,6), así como a los superiores jerárquicos (4,3) y a los informes o estudios extranjeros (4,6). De hecho, solo aprueban a los organismos internacionales, a los científicos y a los consejos y colegios profesionales de salud.

En el caso concreto de los sanitarios de Medicina y Cirugía, UCI incluidas, y que son un 21 % de los sanitarios que han participado en el estudio, todos ellos dan un sonado 0 a los políticos; y en cuanto a si la información que recibieron por fuentes oficiales fue coherente con la vivencia personal, si para el 21,5 % de los periodistas esta fue incoherente, este porcentaje subía al 26,2 % en el caso de los sanitarios.

Además, un 56,9 % de los sanitarios considera que la coherencia dependía del momento y la información. Eso sí, el 54,5 % de los profesionales de atención primaria asegura que percibió la mayoría de las veces incoherencia entre la información recibida y la experiencia profesional.

En definitiva, según Berceruelo, en general «hubo un exceso de in- formación poco fiable y de fuentes que nunca tuvieron la confianza de los receptores». «No fue un simple error cuando el 7-M se dijo que no pasaba nada».

Organizaciones