En un encuentro organizado por el Foro Sociedad en Red, Galdón ha dicho que en el caso de que se permitiera el pago por visión a través de esta tecnología, ONO tendría nuevos competidores, por lo que exigiría que se convocaran de nuevo los concursos para poder participar en ellos o acudiría a los tribunales pertinentes.
Todo el mundo sabe que el mercado de banda ancha es cosa de Telefónica. La compañía que preside Alierta ha invertido miles de millones de euros en infraestructuras y servicios para el ADSL, y también en la publicidad necesaria para darlo a conocer. A nadie se le escapa que ONO ha crecido casi en silencio, beneficiándose de esas inversiones en publicidad –pues al promocionarse la banda ancha en general, se popularizó también lo que éste ofrece- y además sin tener que sufrir las molestas trabas regulatorias que aguanta Telefónica desde 1998.
Por eso no se entiende la reaccion de Galdón, que seguramente está temiendo que, por primera vez desde que se abrió el mercado de las telecos, la CMT decida meterle mano a su negocio. Un negocio que ha ido creciendo al calor de las inversiones, es verdad, pero también de la libertad regulatoria más absoluta.
Gracias a ello, en este momento, Ono tiene controla más de la mitad del mercado en zonas como Valencia, Cantabria, Zamora o Albacete. Sin embargo, son zonas con una regulación idéntica a la de cualquier otro sitio de España: permisiva y protectora con el entrante, restrictiva y correctiva con el incumbente.
La semana pasada, la CMT habló por primera vez en serio de una posible regulación geográfica diferenciada... y Galdón se puso a temblar. Con razón, porque como cuaje, se va a enterar de lo caro que sale ser el dominante.
